martes, 27 de septiembre de 2016

La llave de la celda.

Es la puerta de salida a los estereotipos y las formas que nos inpone la sociedad. Es la liberación del hombre, el agujero en la malla social que nos oprime buscando la estabilidad. Es el grano en el culo de Apolo y su meticuloso control de nuestras formas en sociedad. La amistad es nuestro claro de luna, nuestro desahogo, nuestro descontrol, nuestro romper cerrojos, nuestro escondite ocasional de los prejuicios y malos pensamientos. La sinceridad aquí tiene otro sentido. Los amigos son los seres mas mentirosos, inventores, sarcásticos y cómplices de nuestro mundo particular, pero son la encarnación de la verdad, de la afirmación, de la confianza. Tiene más verdad cada fanfarronada de un amigo, que cada palmadita en la espalda de tu jefe. La compañía aquí no entiende de convencionalismos. Joder, aquí el tema de conversación abarca todos y cada uno de los recovecos existenciales, tomando por vano cada uno de ellos, sin inmutarse apenas en su tránsito. Aquí, la parusía existe. Aquí nace el principal enemigo, y, a su vez, el motor de la sociedad. La amistad es la encarnación del ocio, la encarnación de la realización, la encarnación de la libertad, y el motor de las ilusiones. La amistad es el pañuelo frío que se pone en la frente para escapar por momentos de la fiebre catastrófica que es la vida bajo el yugo de las normas sociales. Quien tiene un amigo, no tiene un tesoro, pero tiene la llave para escapar de los grilletes de un mundo gris. Quien tiene un amigo, se tiene a sí mismo.