sábado, 14 de noviembre de 2015

Sangre y ladrillos.

Sangre y ladrillos, proximamente. Sangre de millones se derramará como consecuencia de los ataques a la base de nuestra sociedad, a la base de los cimientos de lo que será la paz y el fin de la barbarie, los derechos humanos. Intentan derrumbar el derecho a la libertad, el derecho al librepensamiento, y por ello, se cercará con cadáveres la pecaminosa historia de los dogmáticos, asesinos del hombre, y de sus derechos. Se dejará a merced de los cuervos sus cuerpos, ya corruptos de antemano por el sectarismo que ha encadenado su ser al fanatismo. Muros entre mundos. Se crearán murallas entre nosotros, crearemos complejos tales, que las mismas bases que he mentado se tambalearán, como castillo de naipes. Pues, por desgracia, el daño ya está hecho. En América ya no confían. Los europeos dejarán de confiar, los orientales se moverán cautelosos y temerosos, y en muchos casos, ansiosos de venganza. El mundo se sumergirá en el pozo de la desconfianza, y sufrirán un revés los derechos humanos, que verán como las fronteras de los países se extienden y fortifican, hasta que llegará el punto en que se volverán impenetrables. Ocurrirá una debacle antológica, basada en un etnocentrismo como el de la Guerra Santa y sus cruzadas: Acaecerá una tercera Guerra, de aquellas que sacuden el mundo, y lo dividen. Esta vez no lo dividirá, sino que lo partirá en un millón de pedazos. Esta vez, no habrá cuervos a los que dejar a merced nuestros cadáveres.