viernes, 19 de junio de 2015

Arritmia del tiempo.

El tiempo es una trama, una idea, es subjetivo. Se detiene para bien y para mal. Se acelera por suerte y por desgracia. Se desvanece entre los dedos ante el contacto de tu piel. Muere en la orilla de tus labios, deja de existir en la curva de tu cadera, y se vuelve intrascendente cuando miro tus ojos. Es azar, el tiempo. No son segundos cuadriculados, eso es puro convencionalismo. Son notas musicales, que alternan entre las profundas y pausadas redondas y las apresuradas y calientes fusas. Mas que en segundos, el tiempo se mide en latidos, en sonrisas y caricias. Se mide en desgracias, en la misma mierda de siempre, o en el cielo de los instantes a tu lado. El tiempo es arritmia, es incoherencia, es subjetivo, es azaroso, e incontrolable. Por encima de un tic-tac es un pálpito descontrolado, es desincronización, es pérdida de los esquemas y de las convenciones. El tiempo es a la naturaleza lo que el amor a los hombres, descontrol, y bajo ello, un sentir extraño de que todo funciona demasiado bien, como si se basara en leyes. Y no hay mas ley en ellos que el azar y, si acaso, el destino. Es puro flujo ininteligible.

sábado, 13 de junio de 2015

La identificación del amor.

-¿Y cómo fue que te perdiste así?
 + Andaba buscándome por donde no era. Encontré a muchas personas, pero no a mi mismo. 
-Quizás doblaste la esquina equivocada.
 + El problema no está en la esquina, sino con quien la doblas. ¿Me entiendes? Somos piezas de puzzle, solo encajaremos perfectamente con una o dos piezas más. Así es el ser humano, solitario e independiente al noventa y nueve por ciento. Y ese uno por ciento restante corresponde a la persona indicada. Equivocarte en esto equivale a la soledad absoluta.
 -Luego, el uno por ciento es el porcentaje del amor.
 +El uno por ciento es mas bien el de la comprensión, la confianza y la dependencia. El amor es mucho más que eso, pues es capaz de revertir los porcentajes. El amor encoje nuestro mastodónico porcentaje de independencia y soledad, y agranda el porcentaje de comprensión, confianza y dependencia, hasta el punto de no poder vivir sin la persona en cuestión, sin tu otra pieza de puzzle.
 -Entonces amigo, si tan claro lo tienes, ¿por qué te perdiste? 
+Todo esto lo comprendí mientras vagaba perdido. Y ya no sé detectar que es amor, y que no. Ese es el problema, si esperas mucho, tu cuerpo rechaza a su otra mitad. Así es la vida, no enamorarse conlleva el convertirte en cien por cien solitario. Lo dicho, la soledad absoluta.

Mierda bilateral.

Me levanto con la sombra del aburrimiento existencial. Sombra imperturbable y pesimista, que me persigue a lo largo del día, a lo largo de las semanas, chupándome la energía y las ganas. El hoy es terriblemente desesperante. El mañana me provoca ansiedad. Mi vida esta encasillada en este puto mundo de invariable sufrimiento, me duele el alma, me decepciona mi yo, no mejoro, decaigo por instantes. Me duele ser yo mismo, no deseo ser otro. ¿Es acaso esto verosimil? Es puro fatalismo, es decepción total, la vida no es algo útil, no es carpe diem, no es programar, ¿qué es entonces? Una mierda bilateral, un puñal rojo de mi sangre, un pañuelo de lágrimas, un soliloquio de locura.

martes, 2 de junio de 2015

Correspondencia.

Duele el querer. Es el vacío más grande y corruptor que puede sufrir el hombre. Pierdes la concentración, la calma, el sueño, la cabeza. Lo peor es no saber si es correspondido. Si solo eres un faro sin barco que te anhele, si eres el solitario vagar de un perro sin amo, si eres soledad anímica. La duda es lo peor de este sentir tan profundo. Al menos si no te quieren tienes certeza. Pero si te debates entre el sí y el no, si vagas entre el abismo y el cielo, entre el siempre y el nunca, si vives en el purgatorio del sentir serás plenamente infeliz. Bipolar. No te reconocerás a ti mismo. Solo serás un manojo de emociones descontroladas, un infinito chorro de dudas, una línea de tembloroso trazado, una sombra de ti mismo. Serás esclavo del quizás. Serás fanático del querer. Serás algo que detesta el poeta, y a lo que se debe: un existencialista de corazón ajado.